Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse.

Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo. - Mateo 5:14, 16-

24 de diciembre de 2020

Enfocarnos en el "Celebrado"

Me acabo de percatar que no hay una "entrada" de diciembre 2019 en este blog.

¿Pueden creer que estuve "tan ocupada" en la celebración de Navidad 2019, que no pude sentarme unos minutos a escribir sobre el “Celebrado”?

¡Cuánto necesitamos algunos este 2020 para recuperar el enfoque!
Hoy, 24 de diciembre 2020, iniciamos el día "corriendo" para bañar a mis abuelitos, viejitos y cansados, de casi 98 años.
Pronto me siento frente a la pantalla a trabajar. Cerca del mediodía, llegaron mis sobrinos.

PAUSA.

Hay gozo en el amor puro. Hay paz en la mirada de un niño que nos “obliga” a leerle el alma. Hay una magia especial cuando un niño decide bailar.

Levantando la mirada al ver ese cuadro de mis sobrinos intento alcanzar a los bisabuelos en un abrazo, me doy cuenta de que Jesus vino a hacer esa pausa necesaria con Su Nacimiento.

Y es que desde la Navidad anterior (si, mucho antes que llegara la famosa pandemia) he estado tratando de alcanzar a Jesus en ese abrazo. Con inocencia lo he buscado y al mismo tiempo me he escondido, me he ido “bailando”. El no ha parado de recordarme que no ocupo más que descansar y estar dispuesta a escuchar.
¡Si, cuánto necesitamos algunos este 2020 para recuperar el enfoque!

Me siento agradecida y al mismo tiempo afortunada de haber llegado hasta aquí después de este ano. ¡Cuántas perdidas que nos ensenaron a ganar! ¡Cuántas promesas de Dios cumplidas sin importar las circunstancias!

Hoy hacemos una pausa, para cenar, para abrir algunos regalos alrededor de un arbolito lleno de adornos. Pero esta Navidad es distinta porque tenemos total claridad que el regalo llegó hace más de 2000 años y los que hacen realmente lindo el hogar son los que nos acompañan. Hoy mi pausa es de rodillas y con lagrimas en los ojos sabiendo que es el Celebrado quien nos sostiene. 

Hoy, como una invitación llena de Gracia, Jesús me recuerda que es más importante enfocarnos en el "Celebrado" que en la celebración. Oro para que esa estrella nos llene de una inmesa alegría a nosotros también. 

¡Feliz Navidad! ¡Qué la esperanza del Nacimiento de Jesús, fortalezca nuestros corazones cansados y encontremos el refugio real en Su abrazo!


Al ver la estrella, se llenaron de alegría. ' Mateo 2:10

25 de octubre de 2020

Celebrar mi propia fiesta

Hoy me celebro por ser.

Celebro los aciertos y aprendizajes; la luz que ha alumbrado el camino para llegar hasta aquí.

Hoy celebro la fidelidad de Dios a través de mi mamá, mis hermanos y sobrinos. Celebro mis amigos, mi familia en Somos y a mi por siempre amada Gabrielota. 

Hoy honro a los que vinieron y se fueron, a los que se quedaron y los que ya descansaron.

Hoy me agradezco por ser quien soy y descanso tranquila en el regazo de un Padre Amoroso y Misericordioso.

Hoy cumplí 32 años. Me enviaron un resultado positivo en medio de una pandemia, a 2 días de cumplirlos. Y aunque suena extraño, fue un  "regalo", fue una oportunidad de tiempo y presencia con mi mamá, fue llorar de lejos con la serenata de mis sobrinos, fue sentir el amor en muchas formas y detalles; fue tomarme el tiempo para asimilarlo y descubrir la magia de todo esto. 

Desde hace años, oculté el feature de FB para que solo me felicitaran los que se acordaran. Este año me di cuenta que no es importante cómo o porqué se acuerden. Dar la oportunidad a otros de ayudar y acompañar, es darnos la oportunidad a nosotros mismos de amar y agradecer en 2 vías.  

¡Gracias a todos, sobretodo a Dios por hoy! 

24 de octubre de 2020

A los 32 todo se pone mejor.

Todos los 25 de octubre, nos encontramos en este rincón. Cada 25 de octubre, recuerdo que por la fidelidad de Dios sigo aquí. Confirmo que lo único constante en esta vida es Su Amor y el cambio de planes que nos hace (siempre por mejores).

Hoy no puedo decirles que llevo 365 días celebrando mis 32, como el año pasado. Durante este reciente ciclo de mi vida, permití en repetidas ocasiones que mi vista perdiera perspectiva, que mi corazón se abrumara por la incertidumbre, no busqué descanso donde sé que puedo encontrarlo (al menos no como primera opción). Estos últimos 12 meses tuve conversaciones y actitudes un poco menos "dulces" con Dios de lo que normalmente tenemos. Y eso, está bien, porque Su Gracia sigue intacta y mi fe se ha fortalecido.

Ha sido un año bastante distinto a lo que todos imaginábamos, pero no me escucharán decir que este es mi "cumpleaños pandémico".  Eso no es verdad. Mi nacimiento y la celebración de la vida en gratitud no tiene nada que ver con un virus. Es un cumpleaños diferente, porque lo importante ha retomado el valor que le correspondía.

Sí, sin duda todo es muy diferente a como lo había planeado  (me imagino que para vos también). Y no, no me refiero al 2020, me refiero a este momento de mi vida. Siento gratitud porque esta realidad en la que vivo es un reflejo que Sus planes siempre están cargados de esperanza y amor.

Soy fiel creyente que nuestras sonrisas, a veces acompañadas de lágrimas, tienen momentos decisivos.Un antes y un después. Minutos o segundos, acontecimientos que marcan un cambio profundo en quiénes somos. 

Uno de esos momentos pasó hace 32 años, cuando por medio de mi mamá, ví el mundo exterior por primera vez. Asumen bien, no recuerdo nada. Pero sé que mami no estuvo sola; a su lado estaba su hermana mayor y en la casa, a mí me esperaba la mía.
Y supongo que esos vínculos, son los que me hacen escuchar dentro de mi corazón, la risa de Tía Rossy como una melodia interminable y sigo pensando que es una de las estrellas que rie en el Cielo, como en El Principito que tanto le leo a Mateo.

Otro acontecimiento me cambió desde hace 25 años. Mi padrino se fue en un avión, literalmente al Cielo. Desde ese día, tengo la certeza que Dios me habla y me escucha. Y ahora que lo pienso un poco más, tal vez por eso los aviones son mi medio de transporte favorito (ironicamente); mi niña de 6 años tal vez lo siente más cerquita.

Hace casi hace 22, justo para estas épocas, fui la confidente de mi mamá. Sería hermana mayor. (¿Cómo se hace eso?) Jugué escondido con mi "hermanito" dentro de la panza de ma, por meses. Hasta que llegó un bebé de ojos verdes,  y en medio de ropas del mismo color y paredes de hospital, Nana y yo entendimos que nuestra vida cambiaría para siempre. La sigue cambiando.

Desde hace 15, consciente e intencionalmente, empecé a caminar con Jesús de la mano. O bueno, más bien, me di cuenta que era la única forma en la que quería - podría caminar porque Él siempre había estado. Ha sido un "viaje milagroso" (vayan a escuchar el podcast de mi amiga Ilse a Spotify)

Hace casi 12, conocí fronteras distintas. Pero no los aburriré con eso, ya saben lo que me gusta viajar.

Casi 7 años han pasado desde que emprendí mi #WanderlustEventPlanning. Dios me ha regalado, enseñado, cambiado tanto a través de mi empresa que no puedo describir lo bendecida y agradecida que estoy por ser la "CEO" de mi propio sueño.

Hace como 6, creí que había perdido al amor de mi vida. Como se imaginarán, lo que realmente pasó fue que Dios usó a un hombre extraordinario para iniciar el proceso de reencontrar mi identidad en Él.

 Entre mis años más felices, está el 2016. Hace casi 5 años, me convertí en la mejor versión que hubiese anhelado hasta el momento. Me convertí en Tía Titi. Mateo (y ahora María Clara) marcan un "punto y aparte" en mi historia. Reconozco a Dios en cada abrazo, me reconozco a mí misma en la dulzura con la que los veo, reconozco la pureza y la libertad en nuestras conversaciones. Son el balance y la necesidad de estar presente, son mi llamado a vivir por lo eterno.

(¿ya se aburrieron?)

Hace casi 2 años, un simple mensaje por redes sociales también significó un cambio en mi relación con Dios, y por ende en mi vida. Fue confiar a ciegas, dar saltos de fe, manteniéndome consciente de Quién me llevaba de la mano, esa misma mano que había decidido tomar unos párrafos atrás. Disfruté cada día. Aprendí a vivir un día a la vez (y este 2020 ha sido una constante práctica de lo aprendido). Hace 8 meses, Dios me mostró cuanto hemos crecido juntos y en un parpadeo, dijimos "adiós" atesorando en memorias y fotos una gran historia.

Desde hace 1 año,  milagrosamente, me esperan en el Reino Unido, como en el 2013 en París. Y aunque esto no cambia profundamente mi ser, la espera para llegar hasta allá sí transforma mi caracter.

Hace 1 semana, tuve mi último berrinche con Dios en esta transición de 31 a 32. En amor, me ha recordado que Él nos sostiene como familia, de nuevo, ninguna enfermedad es lo suficientemente poderosa como para apagar la gratitud por Su Amor en nosotros.

Hace 2 días mi vida cambió. Mis 32 empezaron de la manera menos esperada y aún así, aquí estoy, por Su Gracia y Amor, acompañada y al mismo tiempo aislada. Nunca antes me había sentido tan cuidada por Jesús.

Hoy, todo cambia de nuevo porque a los 32 todo se pone mejor.

Agradezco y atesoro cada uno de esos períodos de evolución que me han permitido conocer a Dios más de cerca, más profundo, más intensamente; son los escalones en donde he aprendido a reconocerme a mi misma también.

Si llegaron hasta aquí, es porque posiblemente me conocen y les interesa saber que más ha pasado, Han sido 12 meses llenos de aprendizajes, de amor, de miedos temporales pero Fidelidad constante.

Sigo aprendiendo que a veces hay que intentar más de una vez, esperar más de lo que se quiere y sensibilizar el corazón y la mirada para "ver" lo que se anhela (como cuando fuimos en busqueda de auroras boreales en el 2019).

Nos vemos en un año si Dios así lo quiere.








2 de julio de 2020

Adiós vida paralela, fue un placer.

En una vida paralela, hoy tengo en mis manos un par de maletas, las preparé para este sueño del que sin duda, Dios ha sido el proveedor, arquitecto y compañía.
En esa vida que no existe y perdió relevancia hace algunas semanas (simplemente porque entendí el propósito detrás de esto), hoy vuelvo a una ciudad en el que me espera un Gran Reloj con gente manejando al lado derecho y una esquina de ramen donde comeré la cena. Tengo el pasaporte en la mano, con un sello más y el alma me palpita al ritmo en el que marchan en el cambio de Guardia. Luego de 10 horas de vuelo, buscaré un Early Grey Tea como primera compra y acomodaré en pequeños armarios el que será mi hogar por unas semanas.

Mañana tendré un par de llamadas para decirle a mis sobrinos cuanto los extraño y que pronto volveré. Escucharé a mi mamá preguntarme por la decoración y la limpieza del lugar; terminaremos nuestra llamada con un: "Hija, que Dios te acompañe", sabiendo en mi corazón que el de ella se siente orgulloso.

Además, estaré a días de cantar "Somewhere only we know" con Keane en vivo, en el "seaside" escocés. Les voy a contar a todos como Escocia se está robando mi corazón en solo unos días.
Posiblemente, alguien viene de camino a visitarme y he vuelto a estar en contacto con mis amigos de este lado del charco.

En unos días, conoceré en persona a mis compañeros y empezaré la última etapa de clases. Estoy emocionada por la visitas a empresas y por el viaje a la ONU en Ginebra. Sé que tendré un encuentro "inesperado" y también estoy lista para llenar un espacio de mi maleta con souvenirs para los míos.

En una semanas visitaré Polonia y tomaré vino con Ewa. Por supuesto, volveré a tomar té como la reina Isabel y postearé esa foto en Nothing Hill con sus casitas de colores. Empaqué un par de libros que planeo leerme en algún jardín maravilloso y en los recorridos del "tube".

Regresaré a Costa Rica, feliz, con un título de cartón reflejando aprendizaje pero sobretodo un corazón asombrado y agradecido; ese sin duda será el mejor reconocimiento. Y es que no importa lo que me haya imaginado o incluso planeado para este período de mi vida. Dios ya tenía lo más importante preparado, esperando por mí (y también por ustedes)

En la vida real, hoy Dios sigue preparando mi corazón para todos los sueños que aún desconozco en los que Él ha pintado hasta el mínimo detalle. En esta vida, en la que celebramos el milagro de estar vivos, descanso en la tranquilidad de mi casa en el país que me vio nacer. Hoy mi pasaporte está guardado pero tengo mi Biblia en la mesita de noche, y me tomo un té viendo la lluvia bañar el patio por mi ventana.

Hoy llamo a mis sobrinos y anhelamos con ilusión vernos en un par de semanas para jugar. He aprendido a recordarle a mi familia cuanto los amo sin necesidad de estar lejos. Hoy inicié mi día con una pregunta llena de amor y una dosis de preocupación de parte de mi mamá, pero terminó de la misma manera que imaginaría. En la vida real, hoy agradecemos en familia por estar cerca y compartir el mismo huso horario.

Con sólo una guitarra, he tenido recientemente "conciertos privados" en la sala de mi casa. Me he descubierto conversando con Jesús durante el desayuno y he vuelto a tener contacto con algunos de mis amigos de "este" lado del charco.

Estoy emocionada por haber aceptado mi vulnerabilidad como visita en esta época y haber encontrado en las bromas de mi hermano la espontaneidad necesaria para reirnos de la incertidumbre. Soy mi propia chef y aunque aún no cocino ramen, sigo descubriendo mi "inner Julia Child" de vez en cuando.

Se han duplicado las clases y estoy aprendiendo "lo que se me da la gana," sin presiones ni "deadlines", incluso de películas y series. Y aunque el "cartón" y la visita a la ONU tendrán que esperar un poco más, Dos ha intercambiado los tiempos para crear nuevas oportunidades. He recibido oraciones inmerecidas simplemente por compartir vida y tiempo los martes en la noche.

En una vida paralela, Dios está presente. En mi vida real, lo está aún más. Definitivamente, todo cambia, pero Su Amor y Sus Promesas permanecen.
En mi vida real, hoy agradezco porque Sus planes son mejores que los míos.

Dios no para sorprenderme y puso frente a mí una vida real para luchar, aprender y crecer; pero sobretodo para amar y aferrarme a Sus verdades.

Adiós vida paralela, fue un placer.

15 de abril de 2020

Me quedo con lo vivido.

Mi primera experiencia en un avión fue a los 20. Ya estaba "vieja" y le pedí a Dios, que me ayudara a poder hacerlo al menos 1 vez por año. Y pues, ¡boom! Dios tiene una habilidad de sorprenderme inigualable; desde entonces no he parado de viajar.

He tenido viajes espectaculares, llenos de aventura, incomodidades, lujos, climas de todo tipo, compañía invaluable. He conocido grandes ciudades y pueblitos remotos, he estado en 20 paises distintos a la tierra del "pura vida" donde nací.

Algunas personas me han considerado "necia", pero no, soy preserverante. Sobretodo cuando se trata de un regalo de Dios para mí. En el 2019, Dios me permitió hacer una de mis cosas favoritas 3 veces.

Viajé a lugares totalmente nuevos, desconocidos y tambien repetí una playa para construir nuevos recuerdos al lado de los míos. Mis compañeros en esos 3 viajes fueron mi "hogar" {home away from home}.

Los 3 viajes tuvieron cosas en común: soñé al planearlos, me obligué a reinventar muchas cosas en mi vida (como mis finanzas y mis horas de trabajo) para lograr hacerlos, me subí a cada avión convencida del amor de Dios y me bajé distinta: más humana y con nuevas fuerzas, los compartí con personas maravillosas que amo y honro profundamente.

En el quinto mes del año, emprendí un viaje lleno de fe e ilusión. Y aunque mi regreso estaba calendarizado en menos de un mes, me despidieron con una cena llena de detalles y Dios ungió mis pies, corazón y manos con aceite. Canté en mi corazón Sus promesas y creo que nunca había estado tan segura que las alas de los aviones son solo extensiones de la Gracia de Dios.

Durante una escala de 5 horas, corrí al Palacio de Cristal y ví de lejos la Puerta de Alcalá. Y al momento de salir por la puerta de mi vuelo final, me recibió un abrazo, señal que ya estaba en la casa que Dios tenía para mí por un tiempo.

Visité museos donde aprendí sobre el sacrificio de mantenerse en casa para estar a salvo (Anna Frank en Ámsterdam); museos donde reinventarse era necesario en una época específica (Rembrandt); estuve en parques respirando - literalmente, sólo respirando - por horas.

Comí waffles con chocolate y fresas; conocí castillos escondidos, brindé por el regalo de estar presente con un rosé frente a una fuente en Brujas.

Me regalaron premios por tirar "flechas" en una feria y escuché música en vivo de mi adolescencia.

Me trenzaron el pelo en un tren. Abracé sabiéndome presente y me comí el mejor pastrami de la historia (aunque ahora que lo pienso, se trataba más del momento que del manjar). Recorrí la ciudad en un bote, volé en una hamaca gigante, conocí molinos de vientos y me puse suecos de madera. Comí queso, volví a comer queso. Sentí compasión por las mujeres en vitrinas. Extrañé a mi familia y me entrené en videollamadas.

Meses después, con mi persona favorita, fuimos a un viaje soñado. Fue nuestro primer viaje juntas siendo hermanas en la fe y estoy convencida que esta es la razón que lo volvió inolvidable.

Conocí lugares que aún no puedo pronunciar en Islandia e Islas Faroe, ni siquiera había notado que existían el mapa. Sostuve trozos de glaciar en mis manos, nadé en medio de dos continentes dentro de agua congelada. Manejé por horas eternas pero llenas de diversión con un playlist atípico como soundtrack. Ví más cataratas en el camino de las que podíamos imaginar, arcoiris por doquier y recordé las promesas de Dios una vez más. Nos perdimos caminando y encontramos ovejas en el camino. Comimos ramen y cocinamos en casas ajenas. Vimos caballos como de película y jugamos en medio de casitas con techos verdes. Vimos montañas de duendes dormidos. Luchamos contra la oscuridad para conocer las auroras boreales y ganamos.

Tomamos té como la reina, subí al London Eye y en medio de la lluvia le hice miles de preguntas a Dios. Conocí la Catedral de San Pablo y compré souvenirs en el Barrio Chino. Empaqué bolsitas de té para las mujeres que admiro en mi maleta y emprendimos el camino a nuestra última parada.

Llegamos a la Ciudad del Amor que tanto me gusta por las memorias del 2013. Dios nos recordó que Él tenía el control y cuidado de cada detalle y nos regaló unas noches de descanso con vista a la famosa Torre. Regresé a mi infancia en medio de princesas y juegos de pólvora en el castillo de la Bella Durmiente.También recorrí Palacios Reales y caminé por jardines y el cuarto de los espejos.

Pero volver fue parte de ese regalo. Volver siempre es parte del regalo. Volvimos y nos esperaba una mesa servida con los antojos del mes. Esta vez, el abrazo que me recibió tenía brazos más pequeños pero un corazón más puro. Había llegado a casa y tenía en el mismo huso horario a mis personas.

Como si fuera poco, el 2019 nos permitió ver a mi mamá celebrar con 60 candelas en uno de sus/mis países favoritos. De esos que uno repite y pierde la cuenta. Tuvimos días de lluvia en medio de cenotes, tardes soleadas frente al mar turquesa. Comimos con marichis cantando de fondo. Vi el mundo a través del asombro en los ojos de mi Mateo. Celebramos la alegría de estar juntos y la esperanza que traería una nueva miembro a la familia un par de meses después. Ellos 5, sin saberlo, fueron el hogar que necesité ese último mes del año.

¿Alguna vez han sentido que han amado mucho en vano? Déjenme decirles algo, senti lo mismo pero ahora me doy cuenta que estaba equivocada. Nunca amamos demasiado en vano. Amar es el propósito real de todo.

¿Alguna vez han sentido que han viajado demasiado? Déjenme decirles algo, no he sentido eso y tengo la certeza de no estar equivocada.

Aproveché cada minuto en esos viajes. Di saltos de fe y mi corazón se sintió agradecido. Lloré por incertidumbre. Lloré de felicidad. Lloré porque no podía creer que estaba ahí pero, ¿adivinen qué? Ahí estuve. Y ahora estamos aquí, en casa. Y también he llorado por las mismas e incluso más razones pero mi corazón aún se siente agradecido y estoy aprendiendo a reconocer lo simple y cotidiano, sin necesidad de las grandes ciudades y los vuelos de 10 horas.

No voy a mentir, extraño cada mapa y veo desde lejos las luces del aeropuerto esperando poder hacerlo de nuevo. Escribí esto para que recordar lo vivido, lo amado, lo conocido, lo sufrido pero sobretodo la fidelidad de Dios en cada paso. Definitivamente, me quedo con lo vivido.



PD. Este es mi recorrido #wanderink2019, para que no se me olvide que todo pasa; lo bueno, lo no tan bueno pero el amor de Dios permanece. 
No se confundan, volveremos a viajar.




















18 de marzo de 2020

Sí sé Quién.

Hoy volví a escribir.

Dios nos citó a solas, lejos del ruido de las calles, pero con el corazón latiendo al ritmo de un ejército en guerra.

Hoy encontré un momento de quietud en medio de mi muy asustada alma para reconocer Quién es Dios.

¿Se acuerdan que en octubre (mi cumpleaños) les conté que mamí me había descubierto mis tatuajes? Pues entonces, me hice otro iniciando el 2020.

Según yo como un recordatorio de fortaleza y Su fidelidad porque debía cerrar un ciclo y dolía en enero (aún duele). Lo que no sabía, es que ese versículo se iba a convertir en mi "just keep swimming" durante todo el caos mundial.

Be still and know that I am God. - Psalm 46:10

Él es Dios y aunque no dudo que me escucha cuando hago berrinches, no me debe explicaciones de ningún tipo.

Él es Dios y es Todopoderoso y Su Amor a través de Jesús, es el mejor superpoder que nos pudo heredar.

Él es Dios y tiene cuidado de cada detalle. Nada se sale de Su control. Incluso cuando no entendemos porque perdimos el nuestro.

Él es Dios y su inefable misericordia nos da la libertad de evolucionar como seres humanos; de erradicar la enfermedad del egoísmo, la mentira, la falta de amor al prójimo, el rencor.

No tenemos idea como curar un virus aún, pero si sabemos de Quien nace el milagro del perdón, el fruto de la generosidad, la verdad que nos hace libres. Sabemos que podemos amar porque nos amaron primero.

No sé cómo, pero sí sé Quién.

Quién nos sostiene.
Quién nos consuela.
Quién nos ayuda.
Quién es Nuestro Refugio.
Quién es Nuestro Lugar Seguro.