Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse.

Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo. - Mateo 5:14, 16-

5 de octubre de 2011

Estuve pensando en tus hijos

Estuve pensando en tus hijos.
Esos dos que partieron antes que nosotros.
Esos dos que aún sin alas fueron ángeles.


A ellos, deberíamos dejarlos descansar.
Pero me resulta inevitable no extrañarlos e imaginarlos en medio de tus brazos en estos momentos.


Me la imagino a ella, sonriendo y leyendote.
Regañandote cuando no se te cumplen tus caprichos.
Amandote, como vos la amas a ella.
En abril un 2, Dios la llamó.


A el (con los ojos mojados) lo veo a tu lado, en medio de la sala sonriendo.
El sin duda tendria nuestras inquietudes en su lugar, nuestras ansiedades en calma.
En agosto entre un 8 y un 9, tuvo que irse a reflejar paz a otro lado.


Me encantaría poder decir que soy la mejor, que definitivamente me gane el privilegio de tenerte en mi vida.
Desgraciadamente, no puedo afirmar nada de esto.
Y no me queda nada más que pensar en ellos y amarte a vos.


Solo puedo sentirme orgullosa y honrada de contar con el regalo de cuidarte, de espantar los fantasmas que te asustan en la noche como a una niña.
Solo puedo darte las gracias porque me enseñas lo más importante: el amor por Dios.



Dos pies descalzos y un corazón en tennis

No conozco mucho de deportes, nisiquiera se las reglas del juego.
Se que es bueno para la salud, ayuda a despedirnos de las calorías de más que nunca son bienvenidas, algunos hasta trofeos tienen.


Pero el domingo 2 de octubre aprendí lo más valioso del "atletismo".


Fueron pocos días de preparación. 
Entre la presentación de pruebas de grado, consentir a una viejita cada noche y cumplir con la jornada laboral se  acortaron las horas de entrenamiento improvisado.
Tres horas. 10 Kilometros dividos en 3 dias. Estamos listos.


Me dijeron: "Dejame regalarte tu primera carrera!"
Imprudentemente accedí.


Bajo un sol ardiente que calentaba las sonrisas de los asistentes, se unieron miles de corazones con un mismo ritmo, a un mismo paso.
Una oleada de tonos rosados hizo a mi mente aclararse ante un temor indiscutible: perder a alguno(a) de los míos.
Los aplausos en media calle hicieron a mis ojos naufragar en agua salada al descubrir a un pequeño que llevaba dos ruedas a una velocidad que mis gastronemios no alcanzaron; "corriendo" por todos aquellos que no pueden.
"Papito S*U*R*V*I*V*O*R" decía otra. Hacia mis adentros me llenaba de coraje por unos metros más. "Por mami" decían tantas. Cada madre, un corazón.



El atletismo en este caso, es sin duda, la mayor muestra de amor y solidaridad.


Sin duda alguna cada metro se me hacía más fácil al saber que no estaba sola.
Así deben sentirse ellas. Las heroínas en hospitales, en hogares de cuido, en quimioterapias, 
Así deben sentirse ellos. Las familias constantes, confiadas en El.
Así deberíamos hacerlos sentir.


Son solo 4 km dirán muchos. Sin duda aún no entendieron el porque todos modelabamos el mismo diseño.


Un regalo me hizo llegar a mi primera carrera.
No me refiero al regalo que incluía una camiseta rosada y una gorra blanca.


Me refiero al regalo, invaluable, de dar GRACIAS por el don de la salud, de dos piernas y una hermana con quien correr a paso lento por este hogar temporal.en el que Dios nos dio la oportunidad inigualable de ayudar a quienes tienen una lucha diaria.


Termine mi primera carrera con una sonrisa. 
Llegue a la meta. 
Gane lo más importante del atletismo. - y no me refiero a la medalla -.