Ella, los vio
guardándose palabras cerca del oído,
los escuchó
llamarse con la mirada
y abrazarse con el viento.
Ella, fue vista
y se encerró en si misma,
en ese cofre que le habían regalado.
Sus ojitos nadaban en soledad
y cuando sentía cansancio,
se le escapaban campanitas;
cuando aparecía, fingía
no sentir su ausencia.
Ella, era inconsciente
y creía no pertenecer
a este lugar cuando amanecía.
Pero sin encontrar el rincón,
descifraba los inoportunos deseos.
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