Me reencontré en medio de un mapa que vos trazaste.
Y aún así, llevaba un par de meses sin reconocerme en medio de un temor que me contagiaste o te robé.
Hoy tomo la decisión de recuperar mi corazón con valentía, esa que siempre me caracteriza cuando me lanzo al océano, sabiendo Quién me da alas para el siguiente vuelo.
Gracias.
Siempre pensé que las cartas de despedida se escribían desde cualquier parte del mundo.
Esta la escribo desde un arcoíris; del lugar donde se cruza una tormenta, a lo lejos, con toda la luz que nos regalamos.
Siento cosquillas de mar en la mejilla al escribir esto.
Seremos eternos.
Serás el inicio de un cuento.
Seré tu para siempre de un instante.
Seremos eternos.
Adiós.